
El Tribunal Superior de Justicia de Córdoba confirmó esta semana la condena a prisión perpetua para Javier Gallo, el hombre que en 2012 asesinó a su amigo Osvaldo Miranda (55 años) en un campo ubicado en el sur provincial y luego intentó ocultar el crimen con un macabro método: atar el cuerpo sin vida a un toro para simular un accidente.
El caso, que permaneció en investigación durante años, tuvo un giro clave en 2014 cuando las pruebas forenses y testimonios descartaron la teoría inicial del accidente.
Los peritos determinaron que Miranda había recibido un fuerte golpe en la cabeza antes de ser enlazado al animal.
Además, se comprobó que Gallo y la víctima tenían un conflicto por el faltante de ganado que criaban en sociedad, lo que habría sido el móvil del crimen.
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