
Con la llegada de los días más calurosos, los animales de compañía pueden ser más propensos a sufrir lo que conocemos como golpe de calor, es decir, un estado de hipertermia en el que el organismo no logra regular su temperatura. En perros, por ejemplo, la temperatura corporal puede elevarse hasta los 42°C, cuando lo normal oscila alrededor de los 38°C.
A diferencia de los humanos, los bastones no poseen glándulas sudoríparas en todo el cuerpo; únicamente liberarán calor a través del jadeo, de las almohadillas de sus patas o por zonas poco cubiertas de pelo.
Este sistema limitado de refrigeración los hace vulnerables ante altas temperaturas, por lo que es fundamental identificar síntomas como respiración forzada, sed intensa, salivación abundante, debilidad o alteraciones en el pulso. Incluso pueden presentar vómitos, diarrea o convulsiones.
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